Primera Decepción

La Primera Federación es la punta de un iceberg de problemas que es, en realidad, el sistema federativo. Es la demostración palpable de que la RFEF es ahora mismo una entidad caduca sin capacidad de respuesta a los retos que afronta nuestro deporte en pleno siglo XXI. Una estructura con fuertes raíces, pero a la que hace decenios que ya no le crecen ramas nuevas y no digamos ya hojas verdes.
Las Federaciones deportivas pertenecen al mismo ámbito que las monarquías. Muchas nacieron y crecieron al albor de estas últimas (como todo en aquel momento). Pero el mundo ha evolucionado. Los deportes profesionales se fueron deshaciendo del "yugo federativo" poco a poco, en cuanto pudieron ser independientes para procurarse sus propios recursos sin la "ayuda" de unas estructuras que ya mostraban su incompetencia en la segunda mitad del siglo pasado. Los deportes de motor, el tenis, las ligas profesionales norteamericanas... se encuentran entre las disciplinas que hace ya decenios que marcan su rumbo en ausencia total o parcial de sus respectivas federaciones deportivas. El pádel vive ahora fuera y dentro y en el atletismo asistimos a un sin número de competiciones de todo ámbito en las que las federaciones no "pintan" nada.

No es el signo de los tiempos. Es la pura lógica de las sociedades humanas. Las estructuras que no sirven van perdiendo vigencia hasta desaparecer. A veces el proceso es lento... muy lento... pero esto acaba por suceder. En otras ocasiones nos parece que ciertas estructuras son obsoletas y que obstaculizan un sector de la sociedad en vez de fortalecerlo y mejorarlo, pero estas perviven. Es porque son "útiles", pero no para lo que se supone que debían serlo. En el deporte todos estos factores conviven y se mezclan "hasta el infinito y más allá."
EL POZO DE LA 2ªB
La pirámide competitiva del fútbol español siempre está en entredicho. La Segunda B fue, casi desde sus inicios, vilipendiada por los mismos que la dieron a luz. Un lugar oscuro del que era casi imposible salir y que muchos calificaron como "pozo". Tampoco era un gran premio ascender a ella, aunque la dinámica competitiva de nuestro fútbol siempre llevó a los distintos clubes en disposición de hacerlo a luchar con denuedo por acceder a la siguiente instancia, aunque esta fuera oscura y casi sin salida. Pozo de ilusiones en el que, bien por caer o por querer salir de allí, muchos clubes se dejaron su economía y algunos su mera existencia.

Ya comenzó mal con el nombre "Segunda B", que en realidad era una "Tercera" y la siguiente debía ser la "Cuarta", pero ya se sabe que aquí todos queremos ser de "Primera" o casi. Es lo único que hemos copiado de la pirámide inglesa, la nomenclatura (Premier League, Championship, League One, League Two). Con el advenimiento de las comunidades autónomas el fútbol "regional" también adquirió nuevos nombres que conviven hoy en día con los antiguos. Regional Preferente (mítico), Primera regional, Primera Provincial, con los Primera Autonómica, División de Honor... lo cierto es que en un deporte tan extendido como el fútbol, donde a la legión de aficionados acérrimos se les puede añadir otra no menos extensa de acólitos de mayor o menor intensidad, la "ensalada" de nombres y los continuos cambios en la estructura de la pirámide, no ayudan a percibir correctamente los méritos y prestigios deportivos de cada categoría, amén de significar un desorden palpable en cada cambio y una constante insatisfacción de los integrantes de las mismas en el permanente escenario de que la estructura no se corresponde con la realidad de nuestro deporte a lo largo y ancho del territorio patrio.
En esta tesitura no vamos a arrogar toda la responsabilidad del desastre federativo a la Junta Directiva actual de la RFEF. Son dignos sucesores de los desastres arrastrados por generaciones precedentes. Lo único que los diferencia de los anteriores es la evolución de la sociedad. Las estructuras caducas ya no se perciben entre la ciudadanía como inamovibles. Ni la Federación ni la Monarquía cuentan con ese halo de eternidad que antaño guiaba sus pasos. Ahora se planifican alternativas, se piden cambios, se señalan los errores. Un proceso que, aunque pueda parecer caótico, es positivo. Antes los problemas existían de igual forma, pero persistían en el tiempo sin visos de solución.
LOS PROBLEMAS CRECEN
La Primera Federación no es más que la esa punta del iceberg del desconcierto federativo. Ya hemos visto que a nivel europeo (UEFA) los clubes no están muy contentos, tampoco a nivel profesional (LFP). A nivel medio (nacional, primeras categorías autonómicas) los clubes se asocian en estructuras al margen de la Federación y perseguidas por esta. En la base ocurre igual. El fútbol sala corre en paralelo a la federación desde sus inicios. No la necesitaban para nada, las canchas estaban disponibles y las ligas y torneos locales florecieron por doquier. En el fútbol 11 era más complicado. Había que tener una estructura mayor, un "campo de fútbol". Ahí la "autoridad competente" sí favoreció al ámbito federativo. Pero el descontento es el mismo. Las fisuras ya son troneras.

La RFEF se creó en 1913, su antecesora fue la Federación Española de Clubes de Football (1909). El hecho vital es que los clubes se pueden unir en una federación o liga y lo tienen todo para iniciar su competición. Los campos, los jugadores, los aficionados... faltan los árbitros... fácilmente solucionable. ¿Qué aporta la Federación? Valor oficial. Pero esta debería estar compuesta por los mismo clubes que ahora tiene en contra. El sistema federativo ha creado una oligarquía de dirigentes que no representan a nadie pero que rigen los destinos de muchos. Si profundizamos en los procesos electorales federativos nos damos cuenta que más parece que son los presidentes los que eligen a los asambleístas que al revés. Las aprobaciones prácticamente por unanimidad en Asamblea de puntos tan aberrantes como el estratosférico sueldo del actual Presidente de la RFEF, Luís Rubiales, apuntan en esa dirección. Que el Presidente de una entidad sin ánimo de lucro como la RFEF cobre 675.000€ al año más una "dudosa" compensación mensual por "ayuda" a la vivienda de 3000€ al mes, bastante más de lo que cada equipo de Primera Federación cobrará esta temporada por los derechos de la competición gestionados por la propia RFEF, el hecho se califica por sí solo. Y es que la RFEF ha firmado un acuerdo para recaudar cuatro millones de euros por derechos de la Primera Federación, lejos de los nueve que tiene comprometidos con los clubes y más lejos aún de los quince que pedía en un principio. La Liga F en su primera temporada de existencia ya ha conseguido más de siete millones por temporada con operadores tan solventes como DAZN y Mediapro, que aseguran visibilización y financiación de la competición al mismo tiempo. No hay más preguntas Señoría.

SUPERLIGA RFEF
En cualquier caso la experiencia dice que la viabilidad de una categoría entre la "Tercera" y la "Segunda LFP" es de por sí cuestionable, a las pruebas me remito. El coste de la competición para los clubes es tremendo y la visibilidad y capacidad de atraer ingresos muy baja. Se podía haber trabajado en una "Tercera" profesional bajo la organización de la LFP. Puede que en un sólo grupo, pero la solvencia habría estado garantizada. El resto habría ido a engrosar las filas de las "Primeras Autonómicas", donde los gastos son infinitamente menores y el premio, acceder a una categoría profesional, con "embudo" sí, pero sin "pozo". Pero eso no interesa a la RFEF... o a sus dirigentes...
Al final todos quieren su "superliga". La Primera Federación es la de la RFEF. Ya pasó con la Supercopa, interesa que la jueguen al menos cuatro equipos en una sede que aporte ingresos y siempre Real Madrid y Barcelona. Se implementa un sistema de competición en el que eso sea lo más probable y se dota a los mencionados equipos de un premio económico superior ya accedan a ellas como campeones o no y en detrimento del resto "¡Es la economía estúpido!"
Situémonos ahora en Primera Federación. ¿Qué equipos interesan? ¿Los que deportivamente han ganado su derecho a estar allí? ¿O los que tienen estadios más grandes, aficiones más numerosas, mayor impacto mediático? ¿Puede elegir la RFEF a dedo a los clubes que quiere en esa categoría? ¿A los "grandes de España" que aún no están en la LFP? No ¿Verdad? Pues sí, puede... y lo está haciendo.
La Segunda Federación se va a convertir de hecho en el techo de la meritocracia deportiva del fútbol español. Para pasar de ahí no basta con ganártelo sobre el terreno de juego, hay que ser un grande. Hay que tener la capacidad de un Segunda LFP pero aguantar con los ingresos de Primera Federación, es la nueva "Superliga RFEF". Césped natural, estadio con aforo para 4000 espectadores y sueldo mínimo de 20.000€ anuales para los jugadores son algunas de las exigencias federativas que el DUX Internacional de Madrid no ha querido asumir. El resultado: no competirá esta temporada en Primera Federación, a pesar de habérselo ganado deportivamente. La RFEF no aporta los ingresos televisivos suficientes para dar el salto cualitativo que pretende en su competición bandera (Copa aparte), pero pretenden que los clubes suplan la diferencia. Algunos lo harán por estar a las puertas del fútbol profesional, eso puede poner en peligro sus economías, su mera existencia, el "pozo", se acuerdan... Pero a la RFEF le da igual, ellos quieren su "superliga".

El DUX no lo hará. Porque no puede o porque no quiere. De paso denuncia las irregularidades que se han cometido en el proceso. Como la de que se haya implementado un sueldo mínimo obligatorio sin que se haya llevado a cabo con la preceptiva negociación del convenio colectivo entre patronal (los 40 clubes de 1ª RFEF) y jugadores. Lo hace la Federación directamente, siendo juez y parte, pues tanto jugadores como clubes pertenecen y deciden (supuestamente) en ente federativo. Y a partir de ahí más denuncias y una actuación parcial de la Federación, que ve en este Club un problema para el desarrollo de su competición.

Luego está la demostración de que las estructuras y reglamentos de la RFEF no se adaptan a los retos que la misma institución plantea. El DUX, llegado cierto momento, tiene que optar por no presentarse a los partidos antes que renunciar a su plaza. Lo primero le permitiría competir la próxima temporada en Segunda Federación, la renuncia los aboca a la desaparición. La Federación, por su parte, no parece tener argumentos legales para desinscribir de oficio al equipo madrileño, a pesar de que todo indica que no va a participar realmente en la competición y esta quedará con número impar de equipos con la mala imagen (ya inevitable) que esto supone para el torneo. Finalmente el ente federativo "tira por la calle de en medio" y desinscribe al DUX. Una irregularidad más, pero ese es el océano por el que siempre han navegado los dirigentes federativos. Hechos consumados. Pensamos que los daños posteriores no superarán el desprestigio actual de la competición. Sigue la guerra interminable en los despachos y comienza una competición por la que no apuestan ni sus creadores. Mientras la base del problema siga intacta los parches no podrán contener las vías de agua.
¿Y qué posición tendríamos que tener los aficionados en todo esto? Ya vemos que bajo el paraguas federativo no se respeta ni a los clubes ni a los aficionados. Horarios, entradas, viajes... en nada de esto se tiene en cuenta a las distintas aficiones. Pero fuera de aquí qué hay. ¿La Superliga? ¿La desaparición de la Champions League, el Mundial, etc.? Quizás las soluciones sean otras. Pedir a las autoridades que sí votamos que pongan freno a según qué desmanes de nuestro fútbol. Porque sí, porque por mucho que el dinero nos lo robe, el fútbol es nuestro, somos nosotros.
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Dentro del Área Primera RFEF (ivoox.com)
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